lunes, 7 de marzo de 2016

Querido farmacéutico 2/2

"Leer primera parte aquí"

El teléfono sonó. Al principió di un brinco porque no reconocía ese sonido histriónico, siempre acostumbraba a llevar el móvil en vibración o en silencio, pero luego reaccioné y vi la pantalla iluminándose y un teléfono desconocido llamando.

"¡Tenía que ser el farmacéutico! ¡Tenía que ser el farmacéutico! ¡Tenía que ser el farmacéutico!" <<Mi consciencia tocaba las maracas>>

Descolgué y efectivamente era él... ¡ERA ÉL! me dijo con su voz tierna y medio rota.... ¡Que las cremas habían llegado! Colgué, bailé una danza africana en el salón de casa y Whatsappeé a Ester sin H.

Asia: Tía, tía, tía, me ha llamado el farmacéuticoooooooooooooooooooooooooooo!
Ester: Que fuerteeeeeeeeeeeee! ¿Y te ha invitado a salir?
Asia: Ah, no... me ha dicho que ya tiene las cremas.
Ester: ...
Asia: Pero he escuchado su voz.
Ester: ...........
Asia: vale, soy tonta, ya me he vuelto a hacer ilusiones.

Y es que en eso soy una experta, hacerme ilusiones, creo que tengo un postgrado y todo. Las hago de todos los colores y formas, son como mil millones de mariposas volando juntas alrededor de mi cabeza susurrándome que está a punto de aparecer el hombre de mi vida <<Mi consciencia me mira irónica>>, o la aventura de mi vida <<Mi consciencia se ríe con carita de risas con lágrimas>>, está bien, al menos, la noche de mi vida... ¡o del mes! Joder, vale, del mes. << Mi consciencia hace un "like" con la mano>>.

Las ilusiones no son del todo malas, mi padre dice que si todavía me ilusiono es que todavía hay esperanza. El pobre está preocupado pensando que nunca encontraré a nadie que me aguante, no sé muy bien porqué. En el fondo supongo que quiere ser abuelo; a mi madre le importa menos, ella dice que mientras yo sea feliz, ella es feliz y punto. Y yo no quiero que mi padre quiera ser abuelo ya, pero sí quiero pensar que tal vez, en algún lugar de la faz de la tierra, hay algún hombre dispuesto a vivir algo bonito (sí, recalco bonito, porque la fase de sexo sin cariño ya no me apetece) conmigo, sin huir a la primera de cambio.

Me dirigí a la farmacia con mis esperanzas tiradas por tierra gracias a mi mejor amiga y, a cada paso que daba, una mariposa huía volando. Cuando entré y vi que él todavía estaba detrás del mostrador, mi corazón latió más deprisa y mi boca se quedó seca. Vale, y sí, hubiera saltado el mostrador, le hubiera quitado la camiseta y le... mmm,... calma Asia, calma. <<Mi consciencia ahora venía en coche de bomberos y me rociaba chorros de agua fría>>.

- Buenas! - me dijo, y me miró de forma especial, lo juro, lo juro, lo juro... - (Una mariposa seguía en mi cabeza)
- ¿Las cremas no? - preguntó. Hablaba él solo porque yo era incapaz de reaccionar ante su presencia, una extraña fuerza gravitatoria me cerraba la boca y me hacía estar tiesa de pies a cabeza.
- Aquí tienes... qué guapa estás hoy... - Oh Diós mío. ¿Esas palabras habían salido de su boca?

Todas las mariposas volvieron volando, rompieron el cristal de la puerta de la farmacia y se colocaron de nuevo alrededor de mi cabeza. Yo sonreí y me puse roja, pensé si él pensaría que yo era muda, o peor, que era tonta, o el colmo, muda y encima tonta. Y creo que mucho no se equivocaría.

- ¿Quieres tomar algo? Salgo en diez minutos. - (Estoy a punto de desmayarme)
- Eh.. sí, claro... te espero fuera... - (Vomito, vomito, vomito de los nervios...)
- Espérame en el bar de la esquina...
- ¡No! - El farmacéutico me miró extrañado - Es que conozco un bar mejor, te espero y vamos juntos...

Pagué las cremas y salí fuera. No sé si era yo misma o un zombie con mi mismo nombre y de aspecto parecido a mi. Vale, tenía que actuar rápido <<Mi consciencia ya llevaba dos gintonics>> y yo no tenía ni puta idea de dónde llevar al farmacéutico. Al bar de la esquina no podía volver, después de la historia que tuve con el Ceniciento, quiero decir, el camarero. Así que tenía que pensar, pensar, pensar... ¡Pensar los cojones! A mi me iba a dar un ataque de ansiedad. Oh oh, al haber dejado las esperanzas tiradas por la borda y no haber valorado la opción de sexo esta tarde... mi casa estaba hecha un auténtico desastre, ahí no podía subir ningún hombre y menos ¡el hombre de mi vida! <<Mi consciencia sacó una escopeta y mató a las mariposas>>.

Vale, no podía subirlo a casa, no podía ir al bar de la esquina... ¡Ah! ¡Ya estaba saliendo de la farmacia! Aún no entendía que se hubiera fijado en mi así como un amor a primera vista ¿Pero cómo era posible? ¡Si todavía me quedaban granitos en la frente! Claro, que por eso necesitaba las cremas sino no estaría allí... ¿Y cómo se había dado cuenta que estaba dispuesta a querer quedar con él? <<Mi consciencia se quitó las gafas de Sol y levantó las cejas>> vale, lo llevaba escrito en la frente o en mi convulsión inminente cada vez que me dirigía la palabra, LOSER.

El farmacéutico salió de la farmacia, ahora vestía vaqueros, un jersey burdeos y una chaqueta gris que le quedaba... ay... (Las mariposas volvieron pero esta vez las aparté yo de un manotazo).

- ¿Y qué? ¿Ya sabes dónde vamos? - preguntó con una enorme sonrisa conquistadora.
- Bueno, una cerveza en la plaza... en el bar de la plaza, eh.. no me refiero a sentarnos en la plaza y...
- Te he entendido. Por cierto, Asia ¿no? Yo soy Javier.
- Encantada...

Me dio dos besos y al oler de cerca su colonia casi me caigo al suelo. ¡Mierda! Oler la colonia son oxitocinas, y contra las oxitocinas no existe lucha posible... y más con ese hombre, que antes de conocerlo ya me sentía locamente enamorada de él. ¿En serio me lo iba a follar? ¿En serio? Pero si me quedaba en shock cuando lo escuchaba hablar, a ver si me iba a quedar petrificada al verlo desnudo. Vale, vale, vale... borrar pensamientos de la mente, el alcohol siempre ayuda. Dejemos actuar al alcohol.

Nos sentamos en la terracita y bebimos un par de cervezas, (o cuatro...)  me contó un poco de su vida y yo de la mía, sin entrar en grandes detalles. Él estaba separado y tenía un niño semana sí, semana no. (Mi padre podría sentirse abuelo y sin tener que engordarme ni un kg) Y vivía solo en La Latina. Yo no le conté que vivía sola, así no corría el riesgo que quisiera ir a mi casa, por estar a dos minutos. Tampoco le conté que no sé cocinar, y que a menudo pongo la música a tope con canciones tristes y hago Karaoke mientras dejo caer alguna que otra lagrimita. Ah, y tampoco aquello de que estoy medio enamorada de mi jefe del bar de los cupcakes, pero si le invité cuando quisiera a venir a desayunar... (Y oye, así, de paso, mi súper jefe ve que amigo tan guapo tengo...).

Al final, nos levantamos de la terraza, me vine arriba y me lancé a darle un morreo. ¡Y no me hizo la cobra! Me continuó el beso... convirtiéndolo en el más pasional de la historia y poniéndome muy, muy cachonda. Así que le acabé diciendo que vivía allí al lado y entramos con las luces apagadas en plan juego erótico mientras chocábamos con el tendedero, objetos varios, montañas de ropa, pero yo no dejé de besarlo para que no se diera cuenta. Una vez en mi cama pensaba hacerle el amor yo, (sólo para que no tuviera tiempo de parar, encender la luz y ver como tenía la casa) pero era de los que les gustaba llevar el control, así que no tuve nada que hacer... me rendí ante su juego y me dejé llevar. Cuando terminamos, mi casa la habían invadido las mariposas y las oxitocinas. Tres minutos más tarde, se despidió con un beso, lo acompañé a oscuras a la puerta y se fue.

Yo, en mi nube de amor, no entendía porqué no nos dimos el teléfono, ni un ya nos veremos, ni siquiera un "espero que te vayan bien las cremas"... encendí la luz y empecé a mandar audios a Ester sin H contándole todo y diciéndole que no estaba segura de si el futuro amor de mi vida tenía la mínima intención de repetir. ¿Y qué iba a hacer? ¿Ir a la farmacia? ¿Buscar todos los Javieres de facebook? Él lo tenía más fácil, no habría muchas Asias, y sabía perfectamente dónde vivía.

Al día siguiente pasó una cosa maravillosa, los granitos de la cara habían desaparecido, y sin cremas... ¡sólo con sexo! Empecé a saltar y bailar en mi nube de felicidad. Si seguíamos viéndonos tendría siempre la piel perfecta.

Después de una semana sin saber nada de él, pensé que a lo mejor fue culpa de lo de la luz apagada... seguro que no quería saber nada de una triste camarera de cupcakes, que posiblemente no tenía ni para pagar los gastos y le cortaban la luz. Pobre, seguro que por eso no me decía nada.

Tampoco vino al bar, así que mi jefe nunca se puso celoso. Yo, en cambio, seguía mega celosa de una amiguita que venía a buscarle varios días a la semana. A mi no me venía a buscar nadie. Acababa en casa, sola, tentada a hacer karaokes para cortarse las venas mientras recordaba el tierno polvo que echamos. No quería cambiar las sábanas para oler cada noche su colonia. Hasta que me dije "BASTA", con olor hay oxitocinas, así que... ¡a tomar por culo! cambié sábanas, ordené la casa, lo dejé todo impoluto y la ventana abierta todo el día, para que así, las mariposas y las ilusiones se largaran de una vez.

Después de un mes sin saber nada de mi "querido farmacéutico" y sin a penas dormir.... (El insomnio me ataca cada vez que un nuevo hombre aparece en mi historial de "NO PUEDO COMPRENDER AL GÉNERO MASCULINO") decidí ir a la farmacia. No por verlo, porque ya estaba en la fase "te odio por no oxitocinarte a mi nivel", pero si porque era la única farmacia que estaba cerca de casa, y a este paso, no podría entrar a ningún establecimiento del barrio si acababa tirándome a todos los miembros. Así que cogí fuerzas y fui a por unas pastillas para dormir.

Cuando le vi, saludé seria y él me sonrió.

- ¿Cómo estás? - preguntó.
- Mal. De hecho vengo a por unas pastillas para dormir...
- ¿Mucho estrés? - dijo sin quitar la sonrisa de su boca.
- Nah.. un poco... - le hubiera insultado con las mismas ganas que hacía un mes me lo quería tirar-.
- Aquí tienes, regalo de la casa, por si acaso soy el causante de tu insomnio. - Aquí ya le hubiera pegado una paliza.

Salí de la farmacia. Y pensé que estaba muy orgullosa de mi misma por no haberle pegado ni insultado, sobre todo porque luego hubiera querido sexo otra vez, me hubiera enamorado otra vez, que si oxitocinas por el espacio y mariposas sobrevolando y tenía que salir de este bucle.

Aquella noche Ester sin H se pasó a visitarme, pero yo ya me había tomado una pastilla e iba a caer rendida en cualquier instante. Yo le decía que no entiendo porqué con un polvo tuvo suficiente, ella dice que es porque notó que yo ya me quería casar con él, vivir juntos y tener hijos, que los hombres tienen un sexto sentido para estas cosas. Yo creo que Ester es muy exagerada, porque aunque esos pensamientos se nos pasen por la cabeza, no me creo  que por telepatía puedan llegar al cerebro masculino, si luego no son capaces de entendernos cuando hablamos claro. Al final no llegamos a ninguna conclusión porque yo me quedé dormida.

Al día siguiente decidí que mejor dejar la farmacia del barrio como prohibida de ahora en adelante.
Cuando me miré al espejo no daba crédito, otra vez me habían salido los granitos de los nervios. Los causantes de todo.
Esta vez, por suerte, tenía la crema en casa. Fui a por el bote, pero oh, oh... ya estaba caducada. ¡Y el resto de farmacias estaban muy lejos!

Querido farmacéutico, te odio.

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