jueves, 25 de febrero de 2016

Querido farmacéutico 1/2

Una farmacia. Sí, allí es donde iban a parar todas mis relaciones, a una farmacia. Y no porque tuviera que comprar más condones o la píldora del día después (vale que no es bueno, pero en cualquier caso significa que la relación evoluciona correctamente), no. Tenía que ir a por mil pastillas y cremas, por culpa del estrés emocional que me causa toda relación que no funciona. Sí, siempre que termino una relación acabo con problemas de todo tipo: que si piel, que si ansiedad, que si uñas que se rompen, que si pelo que se cae, que si cabeza que no duerme nunca. <<Mi consciencia bosteza>>. Total, el hecho de que un hombre te deje, es un dineral gastado en gilipolleces. ¿Y para qué? Para curarte, volver a ser persona, volver a estar guapa y volver a encontrar a otro con el que ¡también va acabar fatal! Y así, un bucle, un pez que se muerde la cola mientras la vida pasa y las relaciones NUNCA funcionan.

Soy consciente que yo, Asia Martínez, no soy la típica victimista a la que todos los hombres hacen daño o engañan y es una desgraciada eternamente, no. En mi caso soy una mitad-mitad, mitad me joden, mitad les jodo yo. Pero con eso de que el orden de los factores no altera el resultado, siempre acabo igual, sola y en la farmacia.

Mi última relación había llegado a ser bonita, sí, aunque yo nunca estuve enamorada, ¡pero juro que lo intenté! <<mi consciencia pone los ojos hacia arriba como el nuevo icono de whatsapp>>. Era el hipster de las vacaciones de verano, que con la tontería estuvimos cinco meses liados, ¡Cinco meses! ¡Todo un récord! Creo que hacía mucho tiempo que no tenía tanto sexo seguido, cosa que es una putada enorme, porque... ¿Ahora qué? ¿Ahora como vuelvo a mi vida de abstinencia? ¡Es insoportable! Cuando te acostumbras, te acostumbras y esta crisis puede llegar a acabar con el chocolate de la tienda de chinos de la esquina. Que, por cierto, el chino me pone ojitos. Mi amiga Ester sin H dice que no, que sus ojos son achinados y no puede poner ojitos a nadie, que son todo imaginaciones mías y que me calme, que ahora todo ser que me cruzo es un tipo follable y eso no puede ser. Pero es verdad, eso pasa. Ahora quiero sexo, y todos son posibles sujetos follables, ¿pero qué tiene de malo? mientras no me enamore, ni me encariñe, ni se enamoren, ni se encariñen... <<mi consciencia niega con la cabeza y tiene una gota de sudor en la frente>>

Con el hipster me acabé encariñando yo, sí. Será el apego o las oxitocinas que me hicieron engancharme cual pegamento Super Glue. Cinco meses le costó quitarse el pegamento y al final me suelta que se ha agobiado y que necesita vivir la vida. Evidentemente no le creí, después de hacer una investigación policial por su Facebook, Instagram y Twitter, he deducido que se está follando a una rubia con rizos. Y lo peor, no puedo reprocharle nada porque:

1. Quedaría muy de loca si se entera que he mirado el Instagram de todas sus nuevas seguidoras y seguidas hasta dar con la rubia con rizos y leer todos sus comentarios y likes desde su primera foto hasta hoy.

2. Insistí repetidas veces en que no éramos NOVIOS, sólo amigos que follan.

¡JO-DER! Es que como no estaba enamorada, no iba a dejar que fuéramos novios, por si acaso por el camino me enamoraba de otro. Pero al final la vida me rebota las cosas y he acabado sufriendo yo. Así que decidí afrontarlo todo y tomar ciertas decisiones:

Decisión número 1: Hacerme detective privado.

Decisión número 2: Ir al dermatólogo a curar todas mis consecuencias del disgusto.

*Al ser tan buena detective, me haría millonaria y podría gastármelo en fármacos.

Así que después de que el Dr. Falero me dijera que todo esto podía ser por culpa de una "Causa emocional" <<Mi consciencia se pone pensativa, con el nuevo icono de whatsapp también>>, me fui en busca de una farmacia.

Como sólo me había vestido para ir al médico, mi aspecto no era demasiado bueno. Vaqueros, jersey ancho, moño mal hecho (ese que tanto amamos las mujeres) y rostro completamente desmaquillado... ¡Ah si! ¡Y lleno de granitos! (Por si se nos olvidaba)

Y como Murphy existe, porque sí, chicas del mundo, él siempre está allí dispuesto a reírse de nuestras desgracias, me encontré con un farmacéutico que no me esperaba en absoluto... ¡JO-DER! ¡Pero qué bueno estaba! A ver, tendría unos treinta y ocho, cuarenta, barba (¡Sí, las amo!), una voz grave (de las que taaaaaaaaaaanto me pone) y una sonrisa de anuncio de pasta de dientes.

- ¿Qué desea señorita?
"Echarte un polvo" (Quería contestar) pero no emití ningún sonido con sentido...
- Ahh... eh... ay...
- ¿Si?
- Sí... (sonreí como una imbécil).
<<Mi consciencia se estaba pegando un tiro con una pistola de fogueo>>

Al final le di el papel con todos los potingues y pastillas que me había dicho el doctor. Lo apuntó todo, y... la magia del universo hizo de las suyas (o eso prefería yo pensar).

- Esta crema hay que pedirla, si me dejas tu teléfono te avisamos cuando llegue...

Aquí ya no sé si sonreí, me puse a bailar la jota o directamente muté en un color rojizo, pero fui capaz de dictar mi número, mientras le mandaba dosis de energía por telepatía que decía "LLÁMAME, LLÁMAME, LLÁMAME".

Le di las gracias y salí a la calle, de repente toda mi tristeza se había transformado en una euforia repentina, que duró lo que tardé en llegar a casa y mirarme en el espejo.
Entonces, volví a la tierra y supe que no tenía nada que hacer. ¡Putos granitos! ¡Por qué justo hoy que iba a conocer al hombre de mi vida!

Luego reflexioné y me di cuenta que si no fuera por los granos jamás le hubiera conocido y di gracias al universo.

Comí y me eché la siesta con el móvil al lado con el volumen a tope.
<<Mi consciencia se descojonaba con parrafones enormes llenos de caras de risas con lágrimas>>

Pero después de dos horas de siesta, pasó, el teléfono sonó.

Continuará...



No hay comentarios:

Publicar un comentario