sábado, 28 de diciembre de 2013

El chico que hacía listas en una libreta

Fumo demasiado. Tengo que dejarlo, cuando sea el momento y eso no coincide exactamente con estos precisos instantes. Dejar a alguien acaba con tus nervios y la nicotina simula calmarlos falsamente.

Después de dar la última calada a mi cigarro y de no saber exactamente que hacer con mi vida, decidí ir al bar más cercano a por otro paquete de Nobel. 

Antes me giré levemente hasta el portal para poder entrever mi aspecto en el cristal, me asusté un poco al ver mi propio reflejo, las lágrimas habían enrojecido mis ojos verdes, dándoles un toque amarillo chillón que me hacía parecer yonki. No tenía colirio en el bolso así que opté por envolver mi larga melena ondulada en un moño cutre y dejé que mis pies, anulando mi consciencia, eligieran su propio rumbo.

Dos calles más allá encontré un bar que llamó rápidamente mi atención, su música ochentera y paredes recubiertas de posters de películas te invitaban a entrar y desconectar del mundo. El hecho que tuviera solo cuatro mesas todavía lo hacía más acogedor, así que pensé que quizá no sería un simple lugar de paso. 

Pedí al camarero, un joven argentino de barba de una semana y ojos marron oscuros con bonita sonrisa, que me activara la máquina. Una de las monedas me cayó al suelo desviando su camino hacia los pies del único cliente que habia  el bar, este la paró de un pisotón instantaneo y me la tendió en la mano acompañando el gesto con una sonrisa que me desconcertó. Justo iba a darle las gracias cuando sonó mi teléfono.

Oh...no, Jose. Descolgué.

- Ya me puedes decir que has tenido un acdidente o estás gravemente enfermo si no no entiendo esta llamada.

Al otro extremo solo se oían llantos y algún "Asia...por favor..."

- Deja de llamar!! - Alcé un poco la voz llamando la atención del chico, que alzó la mirada pero al momento continuó apuntando algo en una libreta. Lo miré avergonzada y me senté en otra mesa, pedí un café con leche y empecé a remover la cuchara dejando fluir mis pensamientos.

El chico de la libreta hacía una lista, murmuraba algo de lo que pude comprender "cortinas de ducha..", no es que me importara la lista en si, es que sin darme cuenta me había quedado anonadada mirando sus labios, era terriblemente atractivo.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Bienvenida ASIA a tu nueva vida

Me lamo Asia. Sí, es UN quiero y no puedo de mi madre, porque Africa se lo robó su cuñada. Dice que por envidia, que siempre la imitaba y envidiaba cada acto que mi madre hacía. A mi lo de la envidia me da igual, aunque ahora soy otro continente.
Nunca he estado en Asia, ni en Africa tampoco. No me he movido de Europa, y siempre he vivido en Barcelona. Vivía tranquilamente con mi pareja de toda la vida en un piso antiguo del Eixample, no pagábamos mucho y estábamos cómodos y estas cosas. Si, estas cosas tan típicas, tan agradables, tan usuales y tan aburridas.
Con 29 años de vida y cero indicios en mi cabeza de saber lo que realmente quiero. Así soy yo. Que de no saber nada decidí cambiarlo todo. Le dije a Jose que ya no le quería. Se puso echo un fiera, nunca le había visto así, que si me lo callo todo, que no se hablar las cosas, que después de tanto tiempo...que una oportunidad...
Y yo doy muchas cosas, amistad, cariño, amor, pero lo que son oportunidades no las doy demasiado.
Me fuí.
Me pasé una semana en casa de mis padres, concretamente en el sofá y decidí que no aguantaba más. Busqué un piso barato. Què me pudiera permitir, tenia muchos ahorros de haber estado trabajando en la empresa del padre de Jose. La cual iba a dejar también, porque no me apetecía seguir viendo a mi exsuegro día si, día también.
Llegué al portal del nuevo piso,metí como pude la enorme maleta en el ascensor y le di al 6. Me sentí sin fuerzas y me sentí sola. Al llegar vi una manta cutre rosa en la escalera, con una notita que decía "gracias". Pensé en la manta rosa que me echaba por encima cada noche Jose, cuando yo me quedaba frita en el sofá y me sentí terriblemente triste. Cogí la nota y con todas mis fuerzas la arrugué, luego pasé a sentirme gilipollas. Entré a mi nuevo hogar, dejé la maleta en el recibidor e intenté planchar aquella nota. La dejé en su sitio, encima de esa manta, y entré en casa. Me senté en el sofá y empecé a escuchar gemidos. Gemidos del piso de enfrente, lo que faltaba.
pensé en cuanto tiempo llevábamos Jose y yo sin hacerlo, sin disfrutar, sin sentir...y pensé que había esperado demasiado. Eché de menos aquella sensación, cuando haces el amor salvajemente con alguien que te apasiona.
Y empecé a llorar, lloré sin parar tanto rato como aquella pareja follaba.
Cuando pararon, me lavé la cara, me miré y pensé "Asia. Tu lo has querido así".
Mi rabia y tristeza me volvieron tan loca que salí de nuevo a fuera decidida a robar aquella manta de Hello kitty rosa.
Pero ya no estaba.
Salí a la calle a fumarme un cigarro y pensé "Bienvenida Asia a tu nueva vida."