viernes, 15 de agosto de 2014

Abracadabra 2/2

Para los que no me conozcan, soy Asia Martínez... y si queréis aquí tenéis la primera parte de esta historia. Una de tantas.


Me desperté de un sobresalto. No había puesto la alarma y pensé que me había dormido. Pero no. 7.35 todavía tenía tiempo de sobras. Me acordé de los sueños que había tenido esa noche, ni uno bueno, perros que querían morderme, hombres que me perseguían. Eso era culpa de mister universo cupkeriano y su cita de anoche. ¿Sería su novia? ¿Nuevo ligue? ¿Dónde coño la habría conocido? ¿Sería una prima que estaba de visita en Barcelona? Buah, ¡que le den!
Entonces me acordé del mago y automáticamente de mi whatsap patético, "oh oh", miré el movil. 7 Whatsaps dos conversaciones. 1. Ester sin H, que le escribiera si había novedad o investigaba algo sobre la chica, (que importantes son las amigas que siempre están al otro lado del whatsap) y el otro era de ¡el mago!

"Elige una carta"

Y ya está. Ah, claro, ¡genial! ¡Perfecto! ¿Y ahora qué? Qué clase de truco me estaba haciendo... ¿Y qué coño tenía que responder? No eran horas de consultar a las amigas así que hice lo que haría cualquier chica con tal de no hacer el ridículo con un hombre que nos interesa: emoticono del mono tapándose ojos.

Me duché, desayuné café y tostadas en el bar de a bajo mientras pensaba en qué no quería un desastre de vida, no quería sentirme triste por ningún hombre y que no me gustaba la mermelada de melocotón.

Llegué a trabajar. Ahí estaba mister universo cupkeriano tan guapo como siempre ¡joder! ¡¿Por qué coño me metí a trabajar aquí?! Asia eres masoca (mi conciencia hacía karate contra mi cabeza).
Tenía dos opciones.

Opción número 1: ser estúpida con él, invadida por la rabia y el odio a causa de que estuviera teniendo sexo con otra mujer y no conmigo (que luego pensara que estoy mal de la cabeza, tengo quince años y soy patética). Y él siguiera quedando con la otra.
O...
Opción número 2: sonreír, como siempre, ser amable, como siempre, dulce, como siempre, y perder el puto culo mientras tal vez él, ni se da cuenta. Y él siguiera quedando con la otra.

No me gustaba el final de ambas opciones, automáticamente quise crear una opción 3 que era plantarle un beso de película en la boca ¿Qué hombre se resistiría a eso? Pero no pude ni dar un paso, que alguien me tocaba la espalda susurrando "Elige una carta".

Me giré despacio y allí estaba él, ese hombre aparecido por arte de magia, sonriéndome, pero no tenía ninguna baraja de cartas en la mano.

- No tienes cartas...
- ¿Ah no? - y en cero coma saca el siete de corazones de mi oreja. - esta carta es muy buena, da mucha suerte...
- Venga va, ahora a parte de mago también lees el futuro, no me jodas... - vi la mirada del jefe puesta en mi - tienes que irte, tengo que trabajar...
- Bueno, esta carta dice que esta noche tienes una cita a las nueve en el Set Portes. Invita el mago.

Me dio un beso en la mejilla y desapareció.

¿Set Portes? Oh Diós mío... ¡no solo había aparecido un mago! ¡Si no un mago rico! (Mi conciencia saltaba sobre una cama elástica) y yo no daba crédito.

En la vida, a las mujeres, hay dos cosas que nos apasionan:

Una: quedar con el hombre de nuestros sueños, aquél que nos vuelve realmente locas y se nos cierra el estómago rebosante de marpiosas, provocando incluso carreras al baño antes de la cita (en casos incluso cancelación de última hora). Y con el cual jamás podrías cenar.

O...

Dos: quedar con un hombre rico. Que aunque nuestra pasión por él no sea altamente eléctrica, nos atrae, tendríamos sexo con él y sabemos que habrá copas, vinos, cervezas, cenas, chupitos... y todo por el módico precio de cero euros.

Eso, de vez en cuando y solo de vez en cuando, también nos mola. ¡Y qué cojones! Yo me lo merecía, me tocaba. Además, el mago seguro que estaba bien dotado, lo noté en el tamaño de sus pies.

Esa noche ¡era mi noche! Y entonces pasó una de aquellas cosas extrañas que jamás entendemos porqué suceden, pero suceden, aquél movimiento de planetas o luna llena que llega antes de tiempo, que hace provocar un fenómeno peculiar en el ambiente. Mister universo cupkeriano se quedó todo el día trabajando conmigo, más simpático que nunca, más divertido que nunca y más sonriente que nunca.

Al llegar las ocho en punto ya no había ni un cliente así que limpiamos y cerramos. Yo tenía tiempo de ir a mi casa, ducharme tranquilamente y acudir a mi cita, a la cual debería ir adecuada para la ocasión. (¡restaurante pijo! ¡mago rico! ¡mago rico! ¡mago rico! ¿de dónde coño sacaba la pasta el mago?) mis pensamientos casi caen por un precipicio al aparecer un enorme camión contra ellos a punto de atropellarlos...

- ¿Te apetece que nos tomemos una birra? - Osó pronunciar el mister.

(¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeé? No, no, no no.. ¡eso era jugar sucio!)

Allí estaba mi hombre más deseado diciendo las palabras que yo hacía siglos intentaba que salieran de su boca, y las estaba diciendo HOY. Hoy que tenía una cita de lujo a la que me apetecía acudir, porque no puedo pasarme los días esperando estas putas palabras, y porque no era posible que salieran de su boca HOY.

Pero ELLOS son así. No solo no nos lo ponen fácil si no que juegan a hacerlo más complicado de lo que creemos que es posible.

Y allí estaba yo, Asia Martínez, sin saber qué era lo que tenía que hacer. Lo que quería hacer. Lo que debía hacer. Una vez más la pizarra veleda de mi cerebro escribía opciones...

1. Decir sí, tomar una birra. Que pasara media hora y se quisera ir a su casa. Mi cita arruinada porque o llegaba con estas pintas o directamente ni llegaba. Yo más pillada. Él satisfecho de arruinar mi vida y a saber...con quien dormiría esa noche.

2. Decir no. Largarme a mi cita de luxe y quizá perder todas las aportunidades de que los planetas se alinearan de nuevo para tomar esa cerveza.

Me quedé muda mirándolo, ojalá hubiera podido poner el iconito del mono tapándose los ojos y huir, pero la vida real no es tan sencilla y hay que afrontar estas putas situaciones.

- Lo siento mister, he quedado y llegaré tarde...
- No pasa nada, diviértete e intenta que no te haga desaparecer que te quiero aquí mañana.

Y se fué.
¡Sera hijo de..! Sabía perfectamente que había quedado con el mago y quería impedirlo.
Me sentí tan orgullosa de no haber dicho que "sí", si llego a quedarme a tomar birra anulando plan de lujo + sexo con mago por estar con él sabría que estaba locamente enamo... no. No quería pronunciar esa palabra absurda.

Se lo conté todo a Ester sin H por whatsap mientras me ayudaba a elegir la ropa después de mandarle imágenes de diferentes modelitos, me duché, me arreglé y una vez sintiéndome una auténtica princesa me pillé un taxi hacía el restaurante. Total, era lo único que tendría que pagar esa noche.

Llegué y ahí estaba mi mago, vestido rollo hipster con un sombrero molón. Alomejor después hacía aparecer algún conejo.
Pero no fue necesario.
No hicieron falta trucos, ni magia, acabamos en mi casa disfrutando de la propia magia que nos ha dado la naturaleza.
Disfrutando un par de veces por la noche.
Y un par de veces por la mañana.

Pero como si de un cuento de hadas se tratase, ese mago hizo "chas" y desapareció y desde ese día no he vuelto a saber nada más de él.
Y yo me pregunto ¿¿¿Por qué???
Se dejó el sombrero, hay días que pienso si realmente desapareció dentro de él. Lo he dejado en la estantería, a ver si algún día me da una sorpresa y repite lo de aquella noche y aquella mañana.
Pero la verdad es que ni diciendo abracadabra reaparece, así que llego a la conclusión que, con magia o sin, no hay quien los entienda.

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