martes, 4 de febrero de 2014

Cuestión de objetivos

El camarero del bar de la esquina tenía mis zapatos caros en su casa.
No me apetecía reencontrarme con el camarero.
Como consecuencia yo no volvería a pisar el bar de la esquina.
El bar de la esquina se había convertido en MI bar.
Ahora ya no tenía bar.
Que vida más horrible...sin un bar.
Y...¿quizás debería comprar unos zapatos nuevos?

Para empezar tenía que encontrar un bar nuevo, porque una no es nadie sin "un bar" donde poder refugiarse a diario, emborracharse de cervezas un martes o de vino blanco un jueves, donde desayunar un domingo de empalme ¡si fuera necesario! Bueno. O no. Porque para empalmar debería empezar por salir de fiesta el día antes y no estaba muy segura si eso me apetecía.
Todavía.

Mientras estaba tumbada en mi sofá en ropa interior (por aquello de sentirme liberada) y fumándome un cigarro (aún no conseguía desengancharme) decidí que no podía seguir así. Había llegado el momento de salir a la calle y recorrerme el barrio entero en busca de un lugar mejor... ¡sí! Me levanté emocionada y empecé a bailar al ritmo de "all night" de Icona Pop que sonaba en ese momento en la radio, al enloquecer y desvariar con movimientos absurdos de brazos y piernas que prentendían ser una coreografia digna de fama, fui a parar delante de un espejo que no se porque estaba ahí plantado en medio del pasillo ¿quien le había dado permiso para estar ahí? ¿Por qué? ¡¿Y si no quería verme?!  Al hacerlo me di cuenta que llevaba unas braguitas verde pistacho y un sujetador azul marino con brillantitios que no pegaba para nada. Seguro que no había conjunto peor en la faz de la tierra. ¿Por que no podía ser igual de sexy que la vecina del pelo rizado? Seguro que ella tenía conjuntos preciosos y sensuales... yo, sin embargo, era capaz de caminar por la calle en zapatillas de estar por casa y de pretender que verde y azul formen una gama... ¿sexy?

Entonces, en aquél momento, me di cuenta que en mi vida había otras urgencias si lo que realmente quería era mejorar mi vida sexual. Porque estaba claro que ese era mi objetivo número uno.
Pero para poder comprar nuevos modelitos, necesitaba dinero.
Esos billetes que hacia tiempo que escaseaban en mi vida diaria, mientras mi cuenta de ahorros solo bajaba en picado entre piso, tomar algo por aquí, comer por allá y comprar cajas de condones de estilos y sabores que ni si quiera estaba utilizando y que empezaban a formar una colección de lo más curiosa en la estantería del salón.

¿Oh diós mío? ¿Encontrar curro se estaba convirtiendo en mi objetivo número uno? ¿Antes que el sexo? ¿Que todos los hombres a los que estaba a punto de conocer y llevar a mi cama? Bueno, a la cama o al sofá, que desde el sofá tendríamos más a mano la gran variedad de preservativos al gusto del invitado ¿O quizás pensarían que era una loca nimfómana? Podía decirles que era farmacéutica y me los daban gratis...O que eran muestras que te regalaban con los...¿ibuprofenos?

Justo entonces sonó ese ruido extraño y que aún no reconocía. EL TIMBRE.

¿Ahora? ¿Por que llaman al timbre cuando estoy replanteándome seriamente la vida?

Me acerqué a la puerta y miré por la mirilla. "Un comercial trajeado que posiblemente querrá venderme enciclopedias" pensé, si es que todavía se vendían enciclopedias. ¿Tendría el comercial trabajo para mi? ¿Podría yo transportar enciclopedias?

Abrí la puerta y no se quien se asombró más, si yo por ver al guapo hombre en mi piso (que por cierto, solo llevaba maletín, supongo que las enciclopedias han desaparecido des de que la wikipedia llegó al cibermundo) o él, al ver que le recibía medio desnuda. ¡Mierda! Intenté taparme como pude... él balbuceó un par de perdona y...algún "no quería.." y un "ya me voy.."
¿Por qué abro la puerta en ropa interior...desconjuntada?

- ¡¡Que pasa!! Son el azul y el verde que no pegan ¡¡¿No?!! ¿Es eso verdad? - grité sintiéndome tonta al mismo tiempo que las palabras salían de mi boca.

Hubiera querido que en ese momento el hombre del maletín me dijera un "No pegan así que te los voy a arrancar de la piel con los dientes" y me hiciera el amor salvajemente en el suelo de la cocina o en la ducha ¡Incluso le hubiera puesto una bañera de agua caliente! ...Si tuviera bañera, claro.

Pero no, se fue. El hombre se fue por la puerta asustado de mi cuerpo semidesnudo y no hubo rastro de él. ¿Tan mal quedaban azul y verde? Seguro que era culpa de los diamantitos.

Cuando iba a cerrar la puerta y hundirme en mi miseria de mujer sin sexo y con una estantería llena de cajas de condones por abrir, me di cuenta que un maletín negro muy brillante estaba ahí, en mis pies, impidiéndole a mi puerta encajar del todo.

¡Se había olvidado el maletin! Casi me da por bailar de nuevo mi coreografía pero no quise que apareciera la de los rizos de nuevo, así que entré en casa.

Mi objetivo de encontrar curro pasó a un segundo plano.
Necesitaba seducir al hombre del maletín para cuando decidiera volver a buscarlo.

Si es que algún día tenía interés en volver.

Mi nuevo objetivo era comprar ropa interior sexy ¡Yuhuuuu! Seguí bailando hasta darme cuenta que alguien me miraba desde el bloque de enfrente. Un hombre con el ceño fruncido. Desde luego, que problema podían tener todos con mi conjunto, no sabían valorar lo que había en el interior...¡Hombres! ¡No hay quien los entienda!

Asia.





No hay comentarios:

Publicar un comentario